México debería cumplir a lo que se comprometió al firmar el Acuerdo de París.

¿México cumple su compromiso con el Acuerdo de París?

En 2015, durante la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP21), se llevó a cabo la composición de un acuerdo que estableció un hito histórico hasta entonces, 195 países dieron forma al Acuerdo de París, en el que se comprometían fundamentalmente a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sobre todo las de dióxido de carbono (CO2). 

Un año más tarde, el Acuerdo de París quedó abierto para firma, y para finales de 2016 ya había sido signado por 97 partes, la Unión Europea y 96 naciones individuales; posteriormente, durante 2020 sustituyó al Protocolo de Kioto, con la diferencia de que no solo las naciones desarrolladas tenían la obligación de reducir sus emisiones contaminantes. 

Esto último es justamente lo que en México debería ser el centro de atención; ya que, no solo no se está cumpliendo con los mandatos del Acuerdo de París, sino que por el contrario se han alentado prácticas que priorizan el uso de combustibles fósiles sobre energías renovables, y se ha impulsado la producción de más derivados del petróleo.  

Por ejemplo, de acuerdo con el reciente informe de Petróleos Mexicanos (PEMEX), las seis refinerías de la paraestatal aumentaron en 38.8% la producción de combustóleo durante 2021, en comparación con los resultados de un año atrás, siendo este producto también, conocido como “Leña del Diablo”, el de mayor aumento solo por debajo de la turbosina, esta última con un incremento del 62.3%.  

Los 244 mil 300 barriles diarios de combustóleo que se producen en las refinerías de PEMEX representan el 34.5% de la producción total de combustibles en el país, sin mencionar que este es el más contaminante dentro de la canasta energética nacional. 

Para tener un mejor panorama de cómo atenta el combustóleo contra el medio ambiente, cabe señalar que, al contener grandes cantidades de azufre, produce 90% más impacto que el gas natural, pero aun así, se mezcla con otros insumos para generar energía, calor y combustible para barcos. 

Y por si esto no fuera poco, en México contamos con la Termoeléctrica de Tula, una instalación propiedad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) que es la más contaminante del país y usa un 80% de combustóleo para operar, dando como resultado la emisión del 56% de las Partículas Menores a 2.5 micras (PM2.5), 75% de los Óxidos de Azufre y 43% de los Óxidos de Nitrógeno en la Zona Metropolitana del Valle de México y en Tula. 

Por otro lado, está un tema igual o de mayor problema. De acuerdo con el “Informe de Seguimiento. Quema de gas mundial en 2022”, elaborado por la Sociedad Global de Reducción de Quema de Gas, un organismo dependiente del Banco Mundial (BM), México se encuentra entre las naciones que más quema de gas efectúa con 2.2 mil millones de pies cúbicos, práctica que incrementó considerablemente entre 2012 y 2021. 

La quema de gas representa mayores emisiones de dióxido de carbono, desperdicio de combustible y un claro atentado en contra de la seguridad energética y el cuidado al medio ambiente, adicionalmente que no deja bien posicionado a nuestro país ante los ojos del compromiso con la sustentabilidad. 

Las cosas no paran ahí, debido a que según estimaciones del BM, la situación del país con respecto a esta práctica luce alarmante, sin mencionar que comparte junto a otras nueve naciones, la responsabilidad de generar tres cuartas partes de la quema de gas en el mundo. 

No obstante, la situación se agudiza al saber que entre 2018 y 2021 se incrementó la quema de gas en México, al pasar de 3 mil 800 millones de pies cúbicos a 6 mil 500 millones de pies cúbicos, y por si no fuera poco, el 60% de la energía eléctrica que se genera en el país depende directamente del gas natural. 

Esto supone a su vez, un aumento en la producción de petróleo en pozos y en la Región Marina, donde se quema los mayores volúmenes de gas; asimismo, el uso de nitrógeno por levantamiento artificial da como resultado la producción de gas con un alto contenido de este componente. 

Nuestro país parece alejarse más del cumplimiento al Acuerdo de París, y a los objetivos de limitar el aumento medio de la temperatura global a 2 grados centígrados respecto a los niveles preindustriales, redoblar esfuerzos para no superar la cuota de 1,5 grados a final de este siglo y alcanzar la neutralidad climática en 2050. 

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