Desde fuera se ve diferente el sector energético mexicano.

¿Cómo ven en el extranjero al sector energético mexicano?

Interesante ejercicio de análisis el que hizo el medio El Economista de España, que desmenuzó la actualidad del sector energético en México, particularmente la situación que se vive con Petróleos Mexicanos (PEMEX), los combustibles fósiles y la política que ha adoptado el Gobierno Federal con respecto a estos.

El punto de partida yace en lo que el medio califica como “la próxima revolución del petróleo”, la cual estaría ubicada en el continente americano bajo la batuta de Estados Unidos, Guyana, Canadá y Brasil, dejando fuera de la ecuación a México.

Problemáticas en México

Uno de los principales problemas que se identifican en el sector energético mexicano, tiene que ver con el decrecimiento paulatino en la producción de barriles de crudo, ocasionado principalmente por los grandes yacimientos que se están secando y por la obsoleta infraestructura para la extracción, la cual se estaría quedando rezagada a falta de inversiones.

Esto último, habría sido expuesto en un informe del departamento de investigación del banco español BBVA (BBVA Research), publicado en 2023.

De la misma forma, la entidad financiera señaló que «para alcanzar las metas de producción petrolera de los siguientes años, PEMEX deberá frenar el declive de la producción petrolera de campos maduros y continuar incrementando significativamente la producción aportada por los nuevos».

Se cita también a algunos expertos, los cuales secundaron que desde hace dos décadas México ha entrado en “un proceso irreversible de retornos decrecientes, que implica un incremento de los costes energéticos y económicos tanto en exploración y producción como en refinación, así como una creciente dependencia de las importaciones de gas natural».

En este punto, el medio subraya que desde 2019 (un año después de que la actual administración federal entró en funciones) se estabilizó un poco el nivel de producción, pero conforme fue avanzado, se cometieron errores, o para decirlo de otra forma, se tomaron decisiones cuestionables.

Algunos de estos apuntan a la propia inyección de recursos para sanear las finanzas de PEMEX, donde incluso se habla de adoptar una deuda de 40 mil millones de dólares para evitar su colapso; la compra por 17 mil mdd de la refinería de Dos Bocas, aun cuando la paraestatal mexicana tiene una deuda que asciende a 105 mil mdd; y por supuesto, la reversa a las concesiones otorgadas a empresas privadas durante el sexenio de Peña Nieto.

¿Tiene puntos positivos el sector energético mexicano?

A favor de México, los extranjeros, o al menos El Economista español, ven las extensas reservas de más de 6 mil 500 millones de barriles, que según datos de la OPEP ubican al país en el top 20 del mundo.

Mención honorifica, la que se les da a las problemáticas en la capacidad extractiva, así como los recursos sin precedentes que se han destinado al rescate de PEMEX, los cuales poco han impactado en la producción

De ahí que, el medio español retome algunos señalamientos de entidades y organismos como S&P Global, que explicaban que el próximo gobierno de Sheinbaum tendrá en PEMEX el gran desafío del sexenio.

«El nuevo gobierno tendrá que considerar cómo gestionar diversas limitaciones presupuestarias. Estas incluyen un gasto social más alto y menos discrecional, una carga de intereses más pesada, reservas fiscales limitadas, una base impositiva no petrolera comparativamente baja y los desafíos asociados con las finanzas de Pemex».

El Economista de España

Ante el panorama expuesto, el medio concluye primero que la paraestatal mexicana siempre ha sido muy deficiente, aun cuando «gozaba del yacimiento del Cantorel, que era ultra productivo y generaba 2.2 millones de barriles diarios por sí sola», por lo que, “el siguiente paso incluye la necesidad de centrarse más en el refinanciamiento de la deuda de PEMEX, e involucrar más directamente al deudor soberano».

Finalmente, se pone sobre la mesa que la futura presidenta deberá reevaluar el papel de la inversión privada para atraer más capital; aunque se percibe que en la práctica los cambios inmediatos no sean tan radicales en cuanto al status quo de la política energética mexicana actual.

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